Uno de los reflejos de una sociedad que transita por los extremos, además de las ausencias educativas, que también hacen a su cultura, se puede notar en los medios de comunicación (nos preguntamos si éste dato tal vez no sea otra de las consecuencias del populismo), cuya tarea parece destinada a exaltar los fanatismos de todo tipo, al punto del encierro que plantea aquello de quién fue primero: el huevo o la gallina. Una columna de opinión por parte de Fabio Abraham, analista político, Exsecretario de Gobierno, Exconcejal de Lomas de Zamora y dirigente del radicalismo.
Los medios de comunicación, después de todo, son empresas con poder tecnológico para transmitir noticias, etc. Pero siguen siendo empresas cuyo natural fin es “vender” para subsistir como tales. La publicidad, esto es los anunciantes (otras empresas) son su pilar fundamental. Detectando permanentemente el humor social, su tarea también es retroalimentarlo: siempre en los extremos. Un trastornado pasa a convertirse en ídolo, o un lúcido analista en un payaso, porque esas fórmulas venden, llegan a una sociedad que ya tiene su historia.
Siempre al límite: desde unitarios y Federales, conservadores y Radicales, Radicales y Peronistas, azules y colorados, ahora Libertarios/Macristas y Kirchneristas estos enfrentamientos sin límites cuando no trajeron muertes, trajo pobreza y desesperanza.
Estos enfrentamientos no sólo se dan entre grupos políticos sino también en todos los temas del quehacer nacional, estado chico vs estado grande, educación pública vs educación privada, Campo vs Industria, gatillo fácil vs abolicionismo etc.
Pero no todo se vende ni todo se compra, por más que los medios o aún la propia sociedad lo crea, cuando estamos inmersos en una de las peores crisis de nuestros valores morales, culturales, hundidos en la pobreza que esa situación genera, es decir la miseria humana sin más.
Si los argentinos entendiéramos que cuando encontramos puntos en común nos fue bien por ejemplo la decisión de vivir en democracia todo sería mucho más fácil.
Si elaboramos un proyecto de país basado en comunes denominadores de toda la sociedad y apuntamos a mayor producción con reglas de juego claras, con una distribución del ingreso que permita que haya movilidad social ascendente, si bregamos por una educación y salud pública de excelencia, si discutimos fuerzas de seguridad bien profesionales, si en vez de discutir estado chico o grande nos proponemos un estado justo y eficiente nuestro país pronto encontraría el rumbo del progreso.
Los fanatismos, el odio, los extremos no llevan a ningún lado, cada vez que pensamos en la aniquilación del otro nos fue mal a todos.
¿Podrá la sociedad en su conjunto, donde también están los medios de comunicación, anteponer comportamientos dignos, donde antes de pensar lo que conviene pensemos en hacer lo que corresponde?
¿Será posible intentar no trasladar a las nuevas generaciones nuestros odios y frustraciones?
Se hará honor al legado de nuestros mayores por lograr una Argentina prospera para que sus hijos y nietos no quieran irse a vivir a otro país. ¿Qué condiciones se ofrecerán para que no se vayan?
Es momento de generar empatía y que toda la sociedad construya un proyecto en paz y democracia del que todos sean parte para un futuro digno y promisorio, en definitiva Argentina es nuestro hogar y la vamos a sacar adelante entre todos.