Surgen distintas formas de analizar las consecuencias de la invasión de Rusia a Ucrania. La primera y más importante son los miles de muertos y los millones que han tenido que huir de sus casas para salvar sus vidas y después tratar de reiniciar las mismas cuando esta locura llamada guerra llegue a su fin, que hoy nadie sabe cuándo ocurrirá ni a qué precio.
Por: Javier Vicuña, es analista internacional, Director del Centro de Estudios de Estrategia en Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Lomas de Zamora
Por otro lado, una serie de objetivos por los cuales Vladimir Putin ha esgrimido como determinantes para este ataque parecen no tener sentido. Como refiere Marcelo Cantelmi analista internacional, antes de la guerra Rusia tenía el control del Mar Negro, dominaba las provincias ucranianas prorrusas de la región del Donbás, se había anexado la Península de Crimea en 2014. Antes de la guerra Ucrania se había comprometido no integrar la OTAN ni la Unión Europea. Si la guerra terminara hoy estaría todo en el mismo lugar.
Pero otros factores han empeorado ya que las enormes reservas en el Banco Central ruso han ido decreciendo, el crecimiento de la economía antes de la guerra era del 5%, para este año se estima un derrumbe entre 10 y 12%, se esperaba una inflación del 8,4%, debido a la guerra sería superior al 20%. Moscú estaba cerca de ser el proveedor del 70% del gas para Alemania la mayor potencia europea.
Occidente aplicó una serie de sanciones económicas internacionales como el embargo completo de la energía rusa por parte de Europa, que claramente aumentarán aún más los precios del petróleo y gas, y tendrá un impacto fenomenal en la Unión Europea y en otras partes del planeta. La gran contradicción es que estas sanciones benefician a Rusia ya que el precio del barril de petróleo alcanzó los U$S118. El resultado es que ha logrado los mejores términos de intercambio se su historia, con un superávit de cuenta corriente este año de U$S250.000.
El país más grande del mundo es el mayor productor mundial de energía, 12 millones de barriles por día en 2021, y de ellos exporta 8,5. Se habla mucho de reemplazar a este proveedor, pero esto no se puede lograr de un día al otro, todo lo contrario, mientras tanto Moscú sigue facturando.
La guerra genera la reorientación fiscal de una gran cantidad de países incrementando los gastos en defensa en desmedro de las inversiones para la transición energética y el cambio climático por una simple razón el bolsillo es uno solo y da para todo, se establecen prioridades y la guerra lo es.
Los países en desarrollo enfrentan una problemática importante. El hambre, agitaciones políticas y crisis de deuda, ya que a la guerra hay que sumarle el Covid-19 que entre otras cosas ha privado a los países más pobres del turismo y de exportaciones vitales. Rusia y Ucrania proporcionan el 29% del trigo del mundo que aumentó un 67% el precio. A esto hay que sumarle los escases de fertilizantes donde Rusia es el principal exportador.
El hambre comienza a propagarse, los primeros países en verse afectados son los que estaban con problemas, entre ellos Afganistán, República Democrática del Congo, Etiopía, Nigeria, Pakistán Sudán, Siria, Yemen. A estos se les están sumando los que dependen de granos importados y que están en inseguridad alimentaria como Lesoto, Mozambique, Burundi, El Salvador, Honduras.
También se está gestando una crisis de deuda en países de ingresos bajos, castigados por el Covid-10, los precios de los alimentos y combustibles, menores ingresos por turismo, menor acceso a los mercados de capitales.
En nuestra región tenemos a Lula da Silva en un mal momento. El 2 de octubre de este año serán las elecciones presidenciales y hasta hace pocas semanas Lula tenía 15% de diferencia en intensión de voto sobre el presidente Jair Bolsonaro, pero se ha reducido a 5%. Pero el mal momento continuó con sus propias declaraciones sobre la invasión de Rusia sobre Ucrania ya que manifestó que Zelenski ”quiso la guerra y es tan responsable como Putin”. Sus asesores le pidieron que mejor no hable más de este tema. . Está claro que el país vecino
El presidente chileno ha realizado manifestaciones sobre la política de planes sociales, el nivel de pobreza y la inflación de nuestro país. Más allá de poder compartir o no en su totalidad o parte de sus dichos lo que no corresponde es manifestarse y criticar la gestión de otra nación como si fuera un comentarista ignoto. Hace años que el país vecino viene haciendo mejor las cosas que nosotros, pero nuevamente Gabriel Boric demuestra que no está dando la talla, tal vez este en un momento de aprendizaje, el punto es que madure antes que termine su mandato por su bien y el del pueblo chileno.